domingo, febrero 11, 2007

AMLO: el niño mimado de Ortega y Gasset. / Berrinchudo, reniega de las instituciones.

Indicador Político

Carlos Ramírez

Miércoles, 26 de julio de 2006

Entre toda la literatura de las ciencias políticas y sociales, nada se ajusta más al comportamiento de Andrés Manuel López Obrador que la tipología del hombre-masa que realizó José Ortega y Gasset en 1930 en su ensayo La rebelión de las masas. Y dentro del texto, nada se parece más al perredista que la "psicología del niño mimado".

En su "disección del hombre-masa", Ortega hace un extraordinario "diagrama psicológico" de la persona que quiere todo y destruye todo. "No les preocupa nada más que su bienestar y, al mismo tiempo, son insolidarias con las causas de ese bienestar."

Como ejemplo, Ortega define uno que dibuja de pies a cabeza al hombre-masa: "en los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías". Esto, agrega el filósofo, "puede servir como símbolo del comportamiento que, en más vastas y sutiles proporciones, usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre".

López Obrador y sus masas casan a la perfección con este retrato. Sin su voto pero con su anuencia en la participación de las instituciones legislativas, el PRD fue corresponsable de las instituciones electorales actuales y vigentes. Pero como no se ajustan a sus deseos -los de López Obrador, obviamente-, entonces esas instituciones dejan de tener valores.

La tesis del niño mimado de Ortega ha tenido referentes psicológicos. Se trata del niño que padece la sobreprotección de sus padres por ser hijo único o por haber pasado por una situación traumática. Por tanto, generan en el niño mimado el sentimiento de la falta de límites, de la exigencia de lo imposible y de apropiarse del entorno sin obstáculo alguno. Son los que ya adultos se creen con el derecho de aspirar a todo sin atender las reglas y suelen tratar de imponer su voluntad. Y cuando nada logran, entonces son presa de un sentimiento de frustración que muchas veces dejan escapar por la vía violenta.

Ortega estudió al hombre-masa en el contexto del síndrome del "niño mimado" en cuanto a la exclusión de referentes históricos y de desarrollo. "El símil es formal. Porque, en efecto, el hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de los individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitirá la idea de que todas esas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres."

Para Ortega, los dos principales rasgos del diagrama psicológico del hombre-masa son "la libre expansión de sus deseos vitales" y "la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia". Esta tipología se ajusta exactamente a los seguidores de López Obrador, quienes el lunes hicieron un tour turístico en la zona de Santa Fe para sorprenderse y alimentar su resentimiento social con las tiendas del centro comercial. La "libre expansión de sus deseos vitales" no pasa por el raciocinio socioeconómico. Quieren todo sin dar nada.

Los dos rasgos anteriores llevaron a Ortega a tipificar sociológicamente al hombre-masa. "Heredero de un pasado larguísimo y genial -genial de inspiraciones y de esfuerzos-, el nuevo vulgo ha sido mimado por el mundo en torno. Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado. La criatura sometida a este régimen no tiene la experiencia de sus propios confines. A fuerza de evitarle toda presión en derredor, todo choque con otros seres, llega a creer efectivamente que sólo él existe y se acostumbra a no contar con los demás, sobre todo a no contar con nadie como superior a él."

La superioridad del hombre-masa carece de sentimientos y de nobleza respecto a los demás, agrega Ortega. "Las nuevas masas se encuentran con un paisaje lleno de posibilidades y, además, seguro, y todo ello presto, a su disposición, sin depender de su previo esfuerzo, como hallamos el sol en lo alto sin que nosotros lo hayamos subido al hombro."

Y Ortega refuerza su tesis: "la perfección misma con que el siglo XIX ha dado una organización a ciertos órdenes de la vida es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como organización sino como naturaleza. Así se define y se explica el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar y, al mismo tiempo, son insolidarias con las causas de ese bienestar". Por eso, añade, en las revoluciones quieren pan pero destruyen las panaderías.

En el "Prólogo para Franceses" de La rebelión de las masas, Ortega define la rebeldía de las masas. "La masa en rebeldía ha perdido toda capacidad de religión y de conocimiento. No puede tener dentro más que política, una política exorbitada, frenética, fuera de sí, puesto que pretende suplantar al conocimiento, a la religión, a la sagesse -en fin, a las únicas cosas que por su sustancia son aptas para ocupar el centro de la mente humana-. La política vacía al hombre de soledad e intimidad y por eso es la predicación del politicismo integral una de las técnicas que se usan para socializarlo."

La crítica de Ortega va hasta el fondo: "es muy difícil salvar una civilización cuando le ha llegado la hora de caer bajo el poder de los demagogos. Los demagogos han sido los grandes estranguladores de civilizaciones". "La demagogia esencial del demagogo está dentro de su mente y radica en su irresponsabilidad ante las ideas mismas que maneja y que él no ha creado sino recibido de los verdaderos creadores. La demagogia es una forma de degeneración intelectual."

La psicología de las masas de Ortega puede aplicarse a los comportamientos de López Obrador. Sin entender razones legales y hasta elementales, su comportamiento es el del niño mimado, berrinchudo, rezongón.

(Lea el Diario de Campaña de Carlos Ramírez, todos los días en www.lacrisis.com.mx o www.indicador-politico.com.mx.)

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